La biblioteca, por su histórico objeto social, se ha diversificado, expandido, transformado y convertido en un eslabón fundamental del proceso de producción, reproducción y consumo de bienes culturales.
En Cuba, las bibliotecas han constituido uno de los pilares básicos de la obra socio-cultural de nuestra sociedad socialista y, junto a otras instituciones, facilita el acceso colectivo a bienes y servicios de la cultura, la educación, la recreación y el empleo del tiempo libre, y participa activa y conscientemente en el pensamiento y la formulación de la política cultural del país.
Período Colonial
La creación de las primeras instituciones bibliotecarias en la isla durante la época colonial, deben su nacimiento, en gran medida a la iniciativa de algunos intelectuales cubanos, pertenecientes a la clase adinerada y algunas autoridades españolas, interesadas en elevar el nivel cultural de un determinado segmento de la población y de almacenar cierto fondo documental.
Las instituciones bibliotecarias aparecen en medio del analfabetismo en que se encontraban los habitantes de la Isla, donde sólo las clases pudientes se instruían en las instituciones formativas del país. En el período referido, a raíz de la aparición de la primeras bibliotecas, no se puede hablar de un desarrollo de la actividad bibliotecaria en Cuba. Durante todo el siglo XIX, el número de bibliotecas creció lentamente. Era frecuente que se encontraran en las instituciones eclesiásticas (contando con una incipiente colección de temas religiosos), jurídicas y Asociaciones de Instrucción y Recreo. A las bibliotecas públicas se les denominó también bibliotecas populares.
Documentos históricos consultados testifican que destacadas personalidades del mundo científico e intelectual cubano, pertenecientes a la más alta aristocracia azucarera del país, conformaron durante el siglo decimonónico notables bibliotecas particulares, que según los entendidos se hicieron muy valiosas porque sus colecciones fueron editadas por encumbrados sellos europeos, estadounidenses y cubanos. Hablan también de lujosas y artísticas encuadernaciones, cuidadas con esmero. En cuanto a sus temáticas y contenidos devienen excepcionales piezas de la creación científica e intelectual mundial y cubana.
Período Republicano
Las bibliotecas y la actividad bibliotecaria no constituían un tema relevante en la sociedad cubana en general. El abandono oficial que era objeto, no solo en lo referente a las penurias económicas sino en el aspecto legal relativo a su organización, funcionamiento y control, frenó el batallar de personalidades e intelectuales que con una formación profesional empírica y autodidacta, descubrieron y divulgaron el acervo cultural por medio de las bibliotecas y se preocuparon por la creación de cimientos que exaltaran la cultura nacional y local.
Las bibliotecas públicas, en sentido general, padecieron la situación de caos económico social de la república y ello repercutió en la depauperación general de sus instalaciones, colecciones y servicios, así como en la escasez de sus recursos materiales y humanos.
Las administraciones municipales, con el presupuesto que recibían, en lugar de crear bibliotecas con los recursos materiales y humanos necesarios para su funcionamiento, montaban salones de lectura con insuficientes colecciones, debido a la pobre asignación para cubrir las necesidades imprescindibles de servicios, adquisición de libros y salarios para el personal bibliotecario.
En 1938, se celebra la Asamblea Nacional Pro Bibliotecas, evento organizado por un grupo de bibliotecarios e intelectuales cubanos. Uno de los acuerdos más importantes tomados en la asamblea fue la creación de la Asociación Bibliotecaria Cubana. Este acontecimiento evidenció la existencia de un movimiento bibliotecario en el país, a pesar de los desmanes de la República.
En medio de este entorno adverso, se aprobó en asamblea constituyente la Constitución de 1940 al mismo tiempo que el candidato a la presidencia Fulgencio Batista ganaba las elecciones. Esta constitución, favoreció la confección de una legislación relativa a las bibliotecas, su personal y asociaciones afines. El logro se debió al empeño de asociaciones y de cubanos interesados en el desarrollo de estas instituciones públicas.
Por primera vez en la historia de Cuba, se establecía, por ley, la creación de bibliotecas públicas con el apoyo económico del gobierno. Pero lo que se logró legalmente por medio de un documento no tuvo una expresión plena en la práctica. Los fondos financieros destinados para estos menesteres no se entregaron según las cantidades establecidas, y en las municipalidades que los recibieron, sus administraciones dispusieron de ellos como entendieron. Por tanto, no fue significativa la contribución al crecimiento de la red de bibliotecas públicas ni al mantenimiento de las existentes.
En 1954 se crea la Organización de Bibliotecas Ambulantes Populares (ONBAP). La creación de la ONBAP, incrementó, en cierta medida, la cantidad de bibliotecas públicas en Cuba, en los años 50 del pasado siglo, pero no resolvió el problema de deterioro de las existentes ni de las recién creadas, producto del incumplimiento con la entrega de las asignaciones presupuestarias como consecuencia de desvíos y robos de las administraciones municipales.
No obstante, en el duro bregar de las bibliotecas públicas por los entuertos de la república, se distingue la labor desplegada por la prestigiosa institución femenina Lyceum Lawn Tennis Club desde su sede de Calzada y 8 en El Vedado habanero. Esta institución, desde su biblioteca pública, desarrolló, a instancias privadas, un conjunto de servicios bibliotecarios y actividades dirigidas a elevar la cultura de la población y a formar profesionalmente a bibliotecarios e interesados. Fue María Villar Buceta la iniciadora de los estudios bibliotecológicos en Cuba junto a personalidades de la talla de María Teresa Freyre de Andrade y Jorge Aguayo entre otros.
Para el año 1958, sólo se habían creado 21 bibliotecas populares con una asignación mensual de un presupuesto que ascendía a $225.00 para cubrir sólo gastos de personal, alquiler y mantenimiento. Aunque su desarrollo estaba estancado, el pujante movimiento de liberación nacional que se gestaba como contrapartida a la corrupción política y administrativa, transformaría de manera radical la imagen antecedente.
Después de1959
Tras el triunfo revolucionario se abrieron de par en par las puertas de una nueva era para las bibliotecas cubanas. El panorama de deterioro de las bibliotecas cubanas se transformó, y se rescató su esencia y misión sociocultural para bien de la población y se convirtieron en centros de irradiación de la cultura. La política del nuevo gobierno respecto a la educación y la cultura favoreció el cambio radical de las bibliotecas. Puede decirse que las reformas generales y específicas que anunció Fidel Castro Ruz en el Programa del Moncada en 1953 también se materializaron en el sistema bibliotecario en el país.
A pocos días de haberse producido el triunfo revolucionario se realizó una de las primeras acciones culturales de la Revolución: ofrecerle la atención que requería la Biblioteca Nacional y con ello se inició, hasta hoy, uno de los períodos más fructíferos de la labor bibliotecaria en Cuba. Maruja Iglesias, conocida figura del mundo bibliotecario cubano, intervino la Biblioteca Nacional José Martí y colocó a María Teresa Freyre de Andrade en la dirección de la Biblioteca.
En la nueva legislación a favor de la cultura en los primeros años de la Revolución, se encuentra el Decreto Ley 684 del 23 de diciembre de 1959, que normó el trabajo de los bibliotecarios y de los auxiliares de información. A la par se conformaron y avanzaron hasta la actualidad, los tres subsistemas principales del sistema de información: bibliotecas públicas, escolares y especializadas.
Fidel en los primeros años de Revolución expresó sus deseos de que todos los cubanos tuvieran acceso a los libros y a las bibliotecas, para él, era importante que se hicieran miles de bibliotecas en todo el territorio nacional.
La creación del Ministerio de Educación y, dentro de este, de la Dirección General de Cultura, independizada luego como Consejo Nacional de Cultura, en enero de 1961, estimuló el surgimiento, en ese mismo año, de la red de bibliotecas públicas. La red de bibliotecas públicas se organizó y orientó metodológicamente a instancias de la Dirección Nacional de Bibliotecas del Consejo Nacional de Cultura, que dirigió María Teresa Freyre de Andrade desde su sede en la Biblioteca Nacional José Martí de Cuba.
A finales de 1960 fue creado en el Ministerio de Educación el Departamento Nacional de bibliotecas escolares con el objetivo de instaurar una red y capacitar al personal que debía atender a estos centros de información. En esos momentos no existían bibliotecarios escolares en Cuba. El 15 de julio de 1960 se aprobó la creación de las 15 primeras bibliotecas escolares, denominadas “Pilotos”. La evolución cualitativa y cuantitativa que han tenido hasta la actualidad ha sido significativa, en correspondencia con la prioridad que el gobierno revolucionario le ha concedido al Ministerio de Educación.
La Revolución ha demostrado ser una incansable promotora de la creación de bibliotecas en zonas de difícil acceso con programas especiales que benefician a estas y de bibliotecas populares en comunidades seleccionadas, así como de la ejecución de proyectos de modernización de las existentes, la inclusión de estas en la batalla de ideas, en la concepción del proceso de informatización de la sociedad cubana, la universalización de la enseñanza, la creación de salas de navegación y otras acciones centradas en mejorar la calidad de vida de las personas en todas las provincias del país a través de los servicios bibliotecarios.
MCarmen Mtnz
Que sería el mundo sin las Bibliotecas y los bibliotecarios!. Muchas Felicidades a todos mis colegas bibliotecarios cubanos en este 7 de junio.