Las bibliotecas se están enfrentando a un cambio drástico debido a la revolución digital. Mientras que muchas siguen ofreciendo libros como siempre lo han hecho, también se están convirtiendo en centros tecnológicos.
Pero las bibliotecas pueden ser más. Al igual que los libros que hay dentro de ellas, una biblioteca puede contar muchas más historias. El cambio y la gestión del cambio son factores centrales en los tiempos que corren, las tendencias siempre cambiantes en la educación significan que el desarrollo profesional continuo y el aprendizaje de por vida nunca han sido más importante, y de este modo en la era digital. La forma en que las bibliotecas se presentan, colaboran y comercializan sus productos y servicios está cambiando. Aunque como siempre, con el cambio viene la resistencia, incluso desde muchos sectores profesionales.
¿Realmente son necesarias las bibliotecas?
La tecnología ha acelerado la extinción de servicios y espacios que no respondían a las necesidades sociales de los nuevos tiempos. En los últimos años, la introducción del teléfono inteligente y de las aplicaciones ha sido testigo de las sugerencias realizadas; normalmente por medios mal informados, de que las bibliotecas físicas y el acceso a los libros impresos ya no son necesarios porque todo está en Internet.
Sin embargo, frente a la biblioteca del pasado basada en un modelo tradicional, teniendo en cuenta aspectos como cuántos libros se prestaron y cuántas personas entraron físicamente a la biblioteca, en el que el conteo y las estadísticas de préstamos no mostraban el valor que las bibliotecas agregaban a sus comunidades; las bibliotecas del siglo XXI se están están reinventando para alinearse con las nuevas tecnologías y la sociedad teniendo en cuenta su lado relacional, valorando otras cuestiones como el espacio, los servicios y la experiencia del usuario en igual medida.
De este modo, el concepto tradicional de las bibliotecas como edificios que compilan y almacenan contenidos para facilitar el consumo de conocimientos, a edificios con espacios en los que tienen cabida casi todas las propuestas posibles. Eso significa habilitar espacios donde pueden tener lugar las interacciones sociales más significativas, es decir proporcionar más espacio dedicado a la comunicación entre las personas que a almacenar libros. Así en la nueva biblioteca la tecnología está ampliamente disponible y es asequible para permitir que cualquier persona construya cosas que resuelvan problemas del mundo real en sus vidas.
Así se está fomentando una continua readaptación de los espacios físicos de la biblioteca para acomodar a los diversos usuarios de la biblioteca y sus actividades para empoderar y permitir a las comunidades dar sentido a la sobrecarga de información que es el Internet, y encontrar el significado y el sentido que necesitan, guiados por los bibliotecarios que actúan como mentores del aprendizaje y la investigación en colaboración y lo más importante, estos servicios y espacios de la biblioteca están diseñados de manera inclusiva, poniendo intencionalmente al usuario de la biblioteca en el centro de la biblioteca.
Las bibliotecas llenan los vacíos creados por la explosión digital, la brecha social y la pérdida de los espacios de reunión de la comunidad. Las bibliotecas de hoy en día son incubadoras de sus comunidades, auténticos conectores entre personas, donde las ideas pueden sembrarse, crecer y ser compartidas, y donde la gente puede ir a compartir conocimientos y leer.
Su persistencia pasa por insistir es lo que las hace irremplazables: ser centros de actividad cultural, ocio, formación a lo largo de la vida y núcleos de integración de personas independientemente del origen económico, social, étnico, de género o condición sexual. Lugares donde, en definitiva, se celebre la diversidad como uno de los grandes tesoros de la Humanidad.