Rubén Darío: máximo exponente del modernismo literario

Constituye una de las figuras más importantes del modernismo, y se le considera no solo como uno de los poetas más relevantes de nuestro continente, sino de las letras españolas.

Vida y Obra

Félix Rubén García Sarmiento, nació el 18 de enero de 1867 en Metapa, un pequeño poblado de Nicaragua. Hijo de Rosa Sarmiento y Manuel García, el pequeño Rubén pronto sufrió el desapego de ambos padres. Los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su esposo, el coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido una hija lo adoptan como sus verdaderos padres. El hogar del coronel Félix Ramírez era centro de célebres tertulias que congregaban a la intelectualidad del país; en este ambiente culto creció Rubén.

Comienza a escribir desde muy joven. Muy pronto lee a los clásicos españoles y posteriormente a los poetas franceses de la época, sobre todo a Víctor Hugo y a los parnasianos y simbolistas.

En agosto de 1882 viaja a El Salvador, y allí es recibido por el presidente Rafael Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía: “El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos”. Con posterioridad se traslada a Chile, donde también conoce al presidente José Manuel Balmaceda y traba amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el aristocrático círculo de sus allegados. De la etapa chilena es el libro de poemas Abrojos, que apareció en marzo de 1887.

Como su familia era llamada “los Darío” (por el apellido de un abuelo), el joven poeta, en busca de eufonía, empieza a firmar como “Rubén Darío“, pseudónimo que adoptó definitivamente como nombre literario. Entre febrero y septiembre de 1887, Darío residió en Valparaíso, donde participó en varios concursos literarios. Como el convocado por el millonario Federico Varela, para el que escribió Otoñales, que obtuvo un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, y Canto épico a las glorias de Chile, por el que se le otorgó el primer premio, compartido con Pedro Nolasco Préndez.

De regreso en la capital, encontró trabajo en el diario El Heraldo, con el que colaboró entre febrero y abril de 1888.

Inicia su celebridad literaria con Azul (1888), una colección de cuentos y poemas. Una obra magistral que escribió con solo 21 años y dedicó a su infancia y juventud. Fue revolucionaria, ya que trabajó todas las métricas, estilos y vocabularios, algo hasta entonces nunca visto, y menos en alguien tan joven. Sin duda, es muy representativo del modernismo mundial que incluye temáticas mitológicas como hadas o la antigua Grecia.

Portada de Azul, una de sus obras más famosas. Foto tomada de Internet

A la par que desarrolla su obra literaria, Darío realiza numerosos viajes por América y Europa. Llega a desempeñar varios cargos diplomáticos y dirige  varias publicaciones.

En 1891 llega a La Habana. En la capital entabla amistad con el poeta Julián del Casal y es agasajado por varias asociaciones culturales. Darío le dedica a Casal El clavicordio de la abuela; por su parte, Casal, consigue que el periódico para el que trabajaba apareciera el poema de Darío La negra Dominga.

Rubén Darío en su juventud. Foto tomada de Internet

El 21 de junio de 1890 Rubén Darío contrae matrimonio con una mujer con la que compartía aficiones literarias, Rafaela Contreras; fruto de esta unión fue su hijo Rubén, nacido en Costa Rica el 11 de noviembre de 1891. Desdichadamente, su felicidad se vio ensombrecida por la súbita muerte de su esposa, acaecida el 23 de enero de 1893.

Nuevamente contrae matrimonio, esta vez con Rosario Emelina Murillo, antiguo amor adolescente, el 8 de marzo de 1893. Sin embargo este matrimonio no lo haría feliz. La felicidad y estabilidad la encontraría en Madrid, de la mano de una mujer de baja condición, Francisca Sánchez, la criada analfabeta de la casa del poeta Francisco Villaespina, en la que encontró refugio y dulzura.

Francisca Sánchez, mujer amada de Rubén Darío, con el hijo de ambos. Foto tomada de Internet

En 1896 Darío publica Prosas Profanas. Tanto este libro como el anterior pueden ser  considerados como los más representativos de la primera etapa del poeta. En ambos están presentes los elementos más significativos del Darío de los tiempos iniciales, tanto en lo temático como en lo estilístico: afrancesamiento (aunque también se atisban influencias de otros autores, como Gabriele D’Annunzio o Edgar Allan Poe), atmósfera galante, preciosismo, lujo verbal, suntuosidad descriptiva, musicalidad. Su poesía es perturbadora y contiene métricas nunca antes leídas en español. En el mismo hay temáticas muy variadas, desde la libertad hasta el amor o el paganismo y el cristianismo.

En ese mismo año da a conocer Los Raros, una recopilación de ensayos que se acercan a sus autores más admirados, como Paul Verlaine, Augusto de Armas, Edgar Allan Poe o José Martí, entre otros muchos. La de Martí es una de las influencias más directas en la prosa de Darío, lo cual reconoce el poeta nicaragüense en más de una ocasión. Ya Martí y Darío se habían conocido en Nueva York.

Sin embargo, desde la primera década del siglo XX, de una forma cada vez más profunda, se denotan nuevos rumbos en la creación poética de Darío. No se trata de un cambio brusco. Uno de los libros más significativos de esta etapa es Cantos de vida y esperanza (1905), en la que el absoluto dominio de la forma ya no tiene la mera belleza como único objetivo, sino que sirve a la expresión de una intimidad angustiada o de preocupaciones sociohistóricas, como el devenir de la América hispana. A este libro pertenece su oda A Roosevelt y poemas que reflejan una nueva actividad vital como Lo fatal y Canción de otoño en primavera.

Rubén Darío dicta su Autobiografía. Foto tomada de Internet

Posteriormente publica Canto errante (1907), Viaje a Nicaragua (1909), Canto a la Argentina y otros. La obra en prosa de Darío también es numerosa, y en ella se muestran los rasgos más esenciales del modernismo.

Fallece el 6 de febrero de 1916, a los 49 años de edad.

Indudablemente, la producción literaria de Rubén Darío ejerce notable influencia en la época y, junto a los demás modernistas, enriquece considerablemente la literatura en lengua española.

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