Palacio de Cnossos. Foto tomada de Internet

Tesoros Arquitectónicos: El palacio de Cnossos, Grecia antes de Grecia

En la era del Bronce floreció en la isla de Creta una civilización brillante, ubicada en un cruce de rutas marítimas entre Grecia, Egipto y el cercano Oriente. Esta civilización es la primera gran cultura europea, contó con un amplio uso de la escritura y la construcción de espléndidos palacios. 

Ubicación geográfica

Creta, ubicada al sur de Grecia continental, es una isla cuya geografía cuenta con fértiles tierras que se alternan con agrestes cadenas montañosas, variados microclimas, recursos, fauna y paisajes. Sin embargo, Creta es también una tierra de intensa actividad telúrica, habiendo experimentado en su historia devastadores terremotos cuyas cicatrices se evidencian en las sucesivas reconstrucciones efectuadas en sus ciudades y complejos arquitectónicos.

Ubicación geográfica de la isla de Creta

Breve historia de la civilización cretense

La civilización cretense, también conocida como civilización minoica, floreció entre los siglos XXVII y XV a.C. dejó numerosas muestras de su avanzada cultura y sofisticado arte y arquitectura, incluyendo tumbas, palacios, templos y ciudades.

Durante su apogeo, la civilización cretense destacó por su poderío comercial y naviero. La isla de Creta fue considerada el centro político y cultural más importante del mar Egeo, ya que estaba situada en un punto geográfico estratégico con conexión a Europa, Asia y África.

Entre el 3.000 y el 2.000 a. C. los cretenses se agruparon en pequeñas comunidades y conformaron las primeras aldeas. Se cree que parte de estas poblaciones llegaron al territorio cretense desde otros lugares. Aunque también existen registros de asentamientos anteriores a esta era, los especialistas no han podido identificar una cultura común.

La economía de la civilización minoica estaba sostenida por el comercio marítimo. Su cercanía con el delta del Nilo les permitió a los cretenses tener un gran intercambio cultural y comercial con Egipto, Chipre, Siria, Sicilia, Asia Menor y el resto de Grecia.

Creta tenía muy desarrollada la producción artesanal, por lo que exportaba productos de cerámica, tejidos y utensilios de metal. También era importante la agricultura y la ganadería, y exportaba muchos de los productos obtenidos de estas industrias, como el aceite, el vino, las aceitunas, la lana y el trigo. Por su parte, Creta importaba de otros territorios metales, como oro, cobre y plata.

Ánforas usadas para almacenar aceite. Foto tomada de Internet
Las exclusivas vasijas de Kamarés, objeto de prestigio, posiblemente usado como cerámica de mesa por la élite. Museo Arqueológico de Candía, Creta. Foto tomada de Internet

En la civilización cretense, existía una minoría privilegiada vinculada a las cortes de los palacios. Los restos arqueológicos permiten afirmar a los especialistas que esta activa población cortesana, sus  principales actividades debieron ser el lujo y los más refinados placeres. En torno a los centros palaciegos, existían además otros grupos familiares que vivían en edificaciones de dos o tres pisos y que, probablemente, se dedicaban a los sectores administrativo y comercial.

La mayoría de la población libre estaba compuesta por campesinos y labradores, que vivían en las aldeas del ámbito rural. Además, en la sociedad existían esclavos que, en su mayoría, pertenecían a la corte de los palacios.

Como otros tantos pueblos de la antigüedad, la civilización cretense se caracterizó por ser politeísta. Los cretenses veneraban a varios dioses y eran naturalistas, es decir, sus dioses provenían o estaban relacionados con la naturaleza.

Rendían culto a la diosa madre de la naturaleza, que era símbolo de fertilidad y que era representada por una figura femenina que solía estar acompañada por animales como serpientes y pájaros.

Todo lo que se conoce de la religión de esta civilización se obtuvo a través de los objetos, el arte y las edificaciones halladas. Se cree que los cretenses adoraban a sus dioses tanto en forma privada como pública y para eso realizaban ofrendas que consistían en diferentes danzas, procesiones y rituales de sacrificio de animales.

Para esta civilización fue de gran importancia la figura del toro, que era símbolo de vida y fuerza. En muchas de las ceremonias de culto se realizaba un juego taurino, que consistía en que uno de los acróbatas se arrojaba sobre un toro al que previamente provocaba.

El legendario Cnossos

Alrededor del 2.000 a. C. se crearon en Creta grandes ciudades en las que se levantaron palacios y mansiones imponentes. Los palacios cretenses eran ciudades-palacio: complejas construcciones que  albergaban funciones políticas, religiosas, ceremoniales, y otras muchas de tipo administrativo.

Los palacios más destacados eran Festos, Malia, Zakros y Cnossos;  aunque por su tamaño y estructura el palacio de Cnosos tenía una notable superioridad respecto de los otros.  

Reconstrucción del complejo de Cnossos. Foto tomada de Internet

El complejo de Cnossos se yergue sobre una pequeña colina y comprende casi un millar de habitaciones, dispuestas en una superficie de cerca de 2.25 ha. Si bien la geometría de estos ambientes es básicamente octogonal, éstos se ubican en bloques que se disponen “centrífugamente” en torno a una plaza rectangular, típica de las construcciones cretenses.

Cnossos está constituido por estancias de recepción, habitaciones privadas, depósitos de productos domésticos y talleres. Tenía tres pisos y según las opiniones de algunos especialistas, quizás cuatro. Su estructura se distingue por su extraordinaria sencillez, y al mismo tiempo, por la abundancia de locales. Por ejemplo en la parte occidental del palacio existen 18 depósitos situados a lo largo de un corredor, lo cual permitía conservar en un mismo lugar las grandes reservas de vino, aceite de oliva, granos, etc. 

El enorme cuerpo del palacio ocupaba un terreno de alrededor 16.000 metros cuadrados. Su centro era el patio principal de forma rectangular, que ocupaba la mitad del cuerpo arquitectónico a lo largo y un tercio a lo ancho. Estaba vinculado al conjunto de grandes y pequeñas habitaciones del palacio y servía para iluminarlas. El mismo papel lo representaban otros patios.

Las salas de recepción del palacio estaban distribuidas, específicamente, en los pisos superiores, vinculados con los inferiores por todo un sistema de escaleras. De la pequeña sala del trono, que se encontraba en el primer piso, por una escalera ancha se podía ascender a grandes salas, de las cuales, en lo que respecta a la belleza de la ornamentación, hablan los fragmentos de pinturas y cerámicas hallados, revestidos de baldosas adornadas por relieves.

La más grande de las salas conservadas es la denominada Sala de la Doble Hacha, que se encontraba en la mitad oriental del palacio. Era probablemente la gran sala del trono, destinada a las ceremonias oficiales y al culto.

Sala de la Doble Hacha o del trono. Foto tomada de Internet

Al lado de la Sala de la Doble Hacha, se encontraban las habitaciones privadas de la reina, la sala de recepciones, la tesorería, etc. Para las necesidades del palacio, como en general en las grandes casas había bañeras y cuartos de baño. Para el descenso de las aguas de lluvia y desagüe, existía un sistema de canalización. El agua para los baños, servicios sanitarios y piletas venía por tubería de cerámica, desde las fuentes, que se encontraban fuera del palacio. 

Reconstrucción de una de las salas de Cnossos. Foto tomada de Internet

A su interior conducían algunas entradas en las cuales se encontraban locales para la guardia palaciega. En la época de la dominación de los mares, el palacio no estaba fortificado; el poder de los reyes cretenses era tan grande, que no había necesidad de fortalecer su residencia.

Cnossos estaba situado en un lugar hermoso, desde el cual se divisaba un pintoresco panorama sobre el río, los jardines circundantes, los campos y huertas. A pequeña distancia del palacio principal había otros dos edificios que pertenecían a su cuerpo, los cuales llevaban el nombre de pequeño palacio y villa real. Estaban  unidos con el gran palacio por admirables caminos empedrados. 

Estilo Artístico

Al sistema arquitectónico minoico se le ha llamado arquitectura adintelada, la cual se completa incorporando un profuso uso de pilares cuadrados o columnas con fuste liso de forma troncocónica invertida, capitel con equino y ábaco cuadrado.

Su planta laberíntica es producto de las construcciones sucesivas, resultado de un interminable proceso de ampliaciones sin un diseño predefinido, y que van sucediéndose en torno a un gran patio central. Todo ello en un espacio que carece de muralla, signo de la ausencia de enemigos. Un espacio que era palacio y santuario al mismo tiempo.

Su rasgo característico era la fina estilización, el tránsito a los modos ornamentales en la consideración de la naturaleza viva.

El palacio prestó mucha atención a los adornos murales. Eran frecuentes la decoración mediante tablillas de loza con relieves representativos, y con relieves coloreados en estuco. Ejemplo de esto es el conocido relieve del rey/sacerdote El joven de los lirios, que representa a un joven esbelto, de talle fino y musculatura desarrollada, vestido con una especie de delantal ricamente adornado, que rodea su cadera, y con una toca de vivos colores en su cabeza, que cuelga hacia atrás.

El joven de los lirios, Museo de Heraklion en la isla de Creta. Foto tomada de Internet

Posteriormente la pintura mural desplaza al relieve.  Esta debió de contar con numerosos murales de vivos colores que representaban fundamentalmente temas marinos, otros con sirvientas y bailarinas, escenificaciones de ritos sagrados y escenas de tauromaquia.

Fresco de los delfines, habitación de la reina. Foto tomada de Internet
Fresco de la Tauromaquia. Foto tomada de Internet

Uno de los grandes descubrimientos de la arqueología moderna

La historia antigua de Creta fue conocida solamente después de las excavaciones de 1893 a 1931, realizadas por el arqueólogo inglés sir Arthur Evans (1851-1941), quien propuso también la división cronológica de la antigua historia cretense hasta la aparición de los griegos. 

Arthur Evans. Foto tomada de Internet

En 1894 Evans llegó a Creta y su inspección del terreno de Cnossos le confirmó que allí “había algo”. En 1899 creó un fondo para comprar los terrenos, pues las autoridades  exigían la compra del terreno para poder excavar. Y en 1900 comenzaron las obras.

A pesar de que los habitantes de esta región eran llamados “Keftiu” o “Kaftor”, Evans les dio el nombre de Minoicos basándose en la leyenda del rey Minos, quien se decía tenía una criatura monstruosa, el minotauro, encerrado en un laberinto. Esta leyenda también llevó a Evans a asumir que Cnossos era un palacio, pero diversos estudios realizados durante las décadas subsiguientes han concluido que éste sería más bien un complejo multiusos.

Reinventando el Palacio

A principios del siglo XX y casi hasta los años setenta la arqueología se dedicó a reconstruir más que a conservar y documentar. Una práctica hoy totalmente abandonada, incluso denigrada, pero que hay que juzgar a la luz de las corrientes de principios del siglo XX.

El caso es que las reconstrucciones no son muy fieles pues Evans colocó los restos donde “creía” que debían colocarse, por otra parte, fue necesario el uso de hormigón armado.

Un problema muy similar fue el de los frescos, pues Evans decidió “completarlos” a partir de lo encontrado. Dos artistas suizos, padre e hijo, llamados ambos Emile Gilléron se hicieron cargo y probablemente se “inventaron” algunas cosas.

A partir de 1906 el interés por los yacimientos cretenses decreció y los fondos económicos se extinguieron en 1906. Evans continuó viajando a Creta y estudiando las tablillas minoicas pero ya no dirigió más excavaciones y en 1924 cedió el yacimiento a la Escuela Británica de Atenas. 

Una civilización extinguida abruptamente

Esta próspera cultura palacial desapareció de forma abrupta en torno al 1700 a.C. Aunque los datos son confusos, los palacios de Cnossos, Festos y Malia desaparecieron bajo la acción de una serie de terremotos. Tras la reconstrucción de estos centros los cretenses orientaron su actividad económica hacia el exterior y la isla volvió a ser próspera.

Pero hacia el 1450 a.C. la civilización minoica  colapsó. Existe la teoría que  plantea una conquista micénica de Creta, pero la tesis más aceptada es una erupción volcánica en las Islas Cícladas   situada 112 kilómetros al norte.

Cnossos marcó un importante hito en la historia de la arquitectura, por su imponente relación con el paisaje, por la contundente organización de sus espacios urbanos en contraposición con la intrincada disposición de sus habitaciones, por la innovadora utilización de pilares como elementos constructivos, y por la calidez lumínica, decoración y colorido que supieron imprimir a sus espacios arquitectónicos.

 

 

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