Emilio Salgari. Foto tomada de Internet

Emilio Salgari: invitación a la aventura

Escribir es viajar sin la molestia del equipaje” Emilio Salgari

Solamente ha existido en la historia  de la literatura de aventuras un nombre capaz de competir en popularidad con el de Julio Verne: el de Emilio Salgari.

Autor de varias novelas de aventuras y multitud de cuentos para jóvenes que han sido reeditados un gran número de veces y leídos por la juventud de todo el mundo, escribió sin haber abandonado nunca los límites de su tierra natal. 

Vida y Obra

Emilio Salgari nació el 22 de agosto de 1862 en Verona, Italia. Hijo de la veneciana Luigia Gradara, y del veronés Luigi Salgari, un vendedor de textiles en Porta Borsari. Cursó estudios en el Real Instituto Técnico y Náutico “Paolo Sarpi” en Venecia, pero nunca llegó a titularse como capitán de cabotaje. 

Su experiencias como hombre de mar se limitaron a unos pocos viajes de aprendizaje en un navío escuela y un viaje posterior, probablemente como pasajero, en el barco mercante Italia Una, que navegó tres meses a lo largo de las costas del Adriático. Aunque no existe evidencia de que realizar más viajes, el propio Salgari afirmaba lo contrario. Habiéndose convertido en un autor popular, declaró en su autobiografía, que muchos de sus personajes están basados en personas reales que conoció en su vida de marino. Salgari se daba a sí mismo el título de capitán e incluso firmó con él algunas obras.

Regresa a Verona en 1882, donde organiza una biblioteca ambulante y se dedica al periodismo. Sus primeras producciones literarias fueron pequeñas composiciones líricas, relatos breves y memorias. Al año siguiente, escribe el relato I selvaggi della Papuasia,  historia dividida en cuatro partes y publicada por entregas en el semanario de Milán La Maleta. En ese mismo año publica en el periódico veronés La Nuova Arena, su primera novela, Tay See, que sería publicada posteriormente como volumen independiente con el título de La Rosa del Dong Giang. En octubre comienza a publicarse la primera versión de la novela inaugural de uno de sus personajes más famosos: Sandokán, que se editaría posteriormente con el título de Los tigres de Mompracem. En 1887 publica la novela  La favorita del Mahdi, de forma independiente.

Dio comienzo así, a una intensa actividad que le llevó a publicar 130 cuentos y más de ochenta novelas, que desde el primer momento obtuvieron gran acogida pública y han sido traducidas a muchísimas lenguas. 

En enero de 1892 contrajo matrimonio con la actriz de teatro Ida Peruzzi con la que tendrá cuatro hijos. También en 1892  se muda a Turín, donde trabaja para la editorial Speirani, especializada en novelas juveniles. En 1893 cesa en su puesto de redactor en La Nuova Arena, a causa de un altercado que sostiene con uno de los periodistas; dando como resultado la hospitalización del periodista y seis meses de cárcel para Salgari.

Emilio Salgari junto a su esposa e hijos. Foto tomada de Internet

A instancias de su editor Antonio Donath, se muda a Génova, donde conoce al ilustrador Giuseppe Gamba, quien llegaría a ser gran amigo suyo e ilustrador de su obra. Regresa a Turín en 1900. Pese a que su nombre se había popularizado en toda Europa y era leído incluso por la realeza, mantenía a duras penas y con largas e intensas jornadas de trabajo a su familia. Por si fuera poco, su esposa comienza a manifestar los primeros síntomas de locura.

Dos de sus personajes más famosos ilustrados por Giuseppe Gamba. Foto tomada de Internet

Sujeto a sus editores por un jornal escaso, su contrato con Donath, su primer editor, le obligaba a entregar tres novelas anuales por 4000 liras, que apenas llegaba para sufragar sus gastos domésticos. En 1907 pone fin al contrato con Donath y comienza a trabajar para la editorial Bemporad, para la cual escribiría hasta su muerte, un total de 19 novelas. Ese mismo año publica la obra Las maravillas del 2000, interesante texto de anticipación científica. Sus libros se convertían en Italia y el resto de Europa en auténticos best-sellers entre el público juvenil,  algunas de sus novelas llegaron a alcanzar tiradas de hasta 100. 000 ejemplares. 

Pese a los éxitos, su situación económica se hacía más precaria. Unido a esto, se encontraba la enfermedad mental de su esposa: había sido internada en el manicomio. Todas estas desventuras afectaron profundamente su equilibrio psíquico, diciéndole al suicidio, según el rito japonés del seppuku, más conocido como  harakiri.

En 1909 intentó suicidarse por primera vez arrojándose sobre una espada, pero su hija  lo evitó. La mañana del martes 25 de abril de 1911, Salgari dejó tres cartas en su mesa, salió de su casa y se subió a un tranvía con una navaja en el bolsillo. Debido a sus problemas familiares y económicos, decidió acabar con su vida en Turín haciéndose el harakiri. Una lavandera que fue al bosque a buscar leña encontró su cuerpo con la garganta y el vientre abiertos. En su mano sostenía la navaja. Su funeral tuvo lugar en el Parque del Valentino pero pasó desapercibido porque en esos días en Turín se preparaba la celebración del 50 Aniversario de la Unificación de Italia. Su tumba se trasladó a la capilla memorial del Cementerio Monumental de Verona.

Escribió en una carta de despedida para sus cuatro hijos: “Queridos hijos míos, ya ahora estoy vencido. La locura de su madre me ha destrozado el corazón y todas las energías. Espero que mis millones de admiradores, a quienes durante tantos años he divertido e instruido, los ayudarán. No les dejo más que 150 liras, más un crédito de 600 liras… Háganme sepultar por la caridad dado que estoy completamente arruinado. Los besa a todos con el corazón sangrante su desgraciado padre, Emilio Salgari”. 

Sigue una postdata: “Voy a morir al Valle de S.Martino, cerca del lugar donde, cuando vivíamos en la calle Guastalla, íbamos a merendar. El cadáver se encontrará en uno de los barrancos que conocen, porque íbamos allí a recoger flores”.

En otra hoja dirigida “A mis editores”, es un duro acto de acusación: “A ustedes que se han enriquecido con mi piel, manteniéndonos, a mí y a mi familia, en una continua semi miseria o aún más, sólo les pido que en compensación por las ganancias que les he dado, piensen en mis funerales. Los saludo quebrando la pluma. Emilio Salgari”.

Estilo

Las novelas de Salgari demuestran una ardiente imaginación, capaz de dar vida a personajes y héroes que en sus aventureras empresas muestran los sentimientos más elementales, como la justicia, el honor, la amistad o la defensa de los débiles; unido a un dinamismo casi cinematográfico de la acción, que evoca sugerentes atmósferas fantásticas y épicas. En este sentido, su obra se emparenta con la de los novelistas estadounidenses James Fenimore Cooper y Edgar Rice Burroughs.

Igual que el francés Julio Verne, la novelas y cuentos de Salgari, eran llamadas de “romance”. Si las de Verne eran “romances científicos”, las del italiano pertenecían al género de aventuras en tierras lejanas y exóticas. Ambas producciones se publicaban por entregas y eran esperadas con gran entusiasmo por el público. 

Legado

El éxito de sus textos entre un público numeroso ha sido precisamente este: la posibilidad de la evasión y el efecto evocador presente en las tramas salgarianas que de repente crean una fractura con la realidad en la que el lector está sumergido transportándolo, así, a otros mundos, con los cuales el mismo lector comienza no sólo a imaginar, sino también a participar. 

Su estilo directo, intenso y fuertemente expresivo, marcó en gran medida el lenguaje de medios como el cine, la novela de acción, el policial y muy especialmente, el estilo eminentemente visual del comic.

El actor hindú Kabir Bedi protagonizó la serie sobre Sandokan, El tigre de la Malasia en los años 70. Foto tomada de Internet

Salgari tenía una profunda antipatía por la llamada literatura juvenil de su época, a la que hallaba “insulsa” y “llena de sentimentalismo” que no hacia sino “debilitar cada vez más a la juventud italiana”.

Para Salgari, los jóvenes italianos “tenían necesidad de libros que templasen en ellos el sentido viril, que los preparasen para una vida de atrevimiento, el sentimiento de la libertad personal, que les infundieran afición a los viajes, a los riesgos, a las hermosas aventuras“.  

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