El 9 de Mayo se celebra el Día de la Victoria que conmemora la derrota de la Alemania nazi por la Unión Soviética y los Aliados.
El 2 de mayo de 1945, el Ejército Rojo tomó Berlín. Adolf Hitler se había suicidado en su búnker un par de días antes. La derrota de la Alemania nazi era inevitable desde hacía meses, pero, con la caída de su capital y la desaparición de su líder, era evidente que la rendición total era cuestión de días.
Se abría así la lucha por capitalizar la victoria sobre el nazismo entre los Aliados occidentales, con Estados Unidos a la cabeza (cuyo papel en Europa había sido muy secundario hasta el desembarco de Normandía unos meses antes, en agosto de 1944), y una Unión Soviética que había sufrido los mayores horrores y esfuerzos de la guerra.
Antecedentes
Las principales causas de la Segunda Guerra Mundial, provienen de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El Tratado de Versalles (1919) estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen las responsabilidades morales y materiales por haber causado la guerra; además debían desarmarse. Tuvieron que realizar concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos.
Durante este periodo, comprendido entre el 1 de Septiembre de 1939 fecha en la que Alemania comenzó la invasión sobre Polonia y el 2 de Septiembre de 1945 cuando Japón firmó oficialmente la rendición incondicional tras el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, se cometieron mayores crímenes y crueldades que durante la Primera Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial superó a la Primera en cuanto a número de muertos, número de países involucrados y duración. Dividió el mundo en dos bandos principales, las Potencias del Eje constituido por los regímenes fascistas de Alemania, Italia y Japón y el bloque de Aliados con la Unión Soviética, Reino Unido y Francia a los que se sumó Estados Unidos.
La importancia decisiva de la Unión Soviética en la victoria sobre el nazifascismo
El 22 de junio de 1941 la Alemania nazi atacó la Unión Soviética. Para entonces toda Europa, con la excepción de Gran Bretaña, estaba en manos de Hitler o era su aliada. La resistencia más prolongada la habían presentado Polonia y Francia: habían resistido poco más de un mes. El norte de África también estaba ocupado. Los Estados Unidos todavía eran neutrales y vendían armas a ambos bandos.
Sin embargo, la Unión Soviética no estaba preparada bajo ningún concepto para esta invasión. Eso se hizo evidente durante los primeros meses de guerra: los rusos sufrieron enormes pérdidas, los nazis avanzaban con una rapidez insólita en tres direcciones. Hitler había atacado la Unión Soviética con tres colosales ejércitos: uno en el norte, en dirección a San Petersburgo; otro en el centro, hacia Moscú pasando por Bielorrusia; y el tercero en el sur, a través de Ucrania, en dirección al Volga.
Para diciembre de 1941 los alemanes ya habían ocupado en su totalidad Bielorrusia, Ucrania y Moldavia, casi todo el Báltico, y habían cercado Leningrado (San Petersburgo). En todo este tiempo la Unión Soviética se enfrentó al fascismo en solitario. Los Estados Unidos aún no habían entrado en guerra. Gran Bretaña tampoco entabló ninguna batalla terrestre contra los nazis.
Hitler se acercaba a Moscú a grandes pasos. La ciudad sufría bombardeos a diario. Moscú fue evacuada urgentemente. Se levantaron unos decorados de camuflaje alrededor del Kremlin para confundir a los aviones del enemigo. Cundió el terror ante aquella fuerza colosal e invencible que avanzaba hacia Moscú como una enorme ballena despiadada, aplastando todo a su paso. Los soldados hacían lo imposible en su intento de frenar al agresor. La gente tenía miedo, muchísimo miedo. El 7 de noviembre de 1941 se celebró un memorable desfile en la Plaza Roja. Hitler estaba ya a tan solo unas decenas de kilómetros de Moscú. Desde el desfile, los soldados y los tanques marcharon directamente al frente, a defender Moscú. Aquel desfile levantó los ánimos de mucha gente, que se sacudió el temor y la sensación de desconcierto; mantener elevados los ánimos: esa era la única fe de la gente, la única que podía salvarlos. Después de los heroicos combates que se habían sucedido a diario en el mes de octubre, en noviembre de 1941 fue posible detener al enemigo a las puertas de Moscú, pagando un precio casi 1 millón de vidas.
De ese modo, en el invierno de 1941 a 1942 da comienzo una nueva etapa en la guerra. Después de haber sufrido pérdidas terribles, los rusos disponen por fin de una dirección estratégica de los ejércitos, los soldados se convierten poco a poco en combatientes profesionales, toda la economía del país está trabajando ya al servicio de la guerra.
Mientras el ejército entabla despiadadas batallas y trata de cambiar el curso de la guerra, gran parte del territorio de la Unión Soviética sufre la ocupación a lo largo de dos o tres años. La población combate en la guerrilla. En la retaguardia, los nazis montan campos de exterminio, envían a muchas personas a trabajar a Alemania; el menor acto de insubordinación, colaborar con la guerrilla, ayudar a los judíos o a los gitanos se castiga con fusilamientos, ejecuciones, torturas.
Desde septiembre de 1941 Leningrado (San Petersburgo) se encuentra bloqueado. La ración diaria de alimentos se limita a 125 gramos de pan, nada más. En cuatro años de bloqueo fallecieron, según distintas fuentes, entre 600.000 y 1,5 millones de personas civiles: eso es más que la suma de los infiernos de Hamburgo, Dresde, Hiroshima y Nagasaki juntos.
En todo este tiempo los rusos siguen combatiendo solos en el frente. Sus aliados limitan su ayuda a los productos alimenticios, mientras continúan con sus acciones de guerra naval.
En el verano de 1942, los nazis, que habían ocupado todo el sur del país, han llegado hasta el Volga, donde tiene lugar la histórica batalla de Volgogrado (Stalingrado), que durará 143 días. Los ejércitos aliados de EE.UU. e Inglaterra esperan aún la oportunidad para abrir un Segundo Frente en el oeste. Para los rusos, ese segundo frente habría sido como un balón de oxígeno, pues habría obligado a los nazis a retirar parte de sus fuerzas de Stalingrado. Pero los rusos vencieron en solitario en aquella terrible batalla, pagando un precio de medio millón de vidas, y la moral del ejército nazi sufrió una profunda crisis.
A raíz de la batalla de Stalingrado cunde un estado de abatimiento en el cuartel general de Hitler y se pierde la fe en la victoria. Y, a pesar de que el ejército nazi es aún muy poderoso, su moral se ha quebrado, mientras que la moral de los rusos, por el contrario, ha salido reforzada. A partir del final del invierno los alemanes empiezan a ser expulsados del territorio de la Unión Soviética, y con la llegada, nuevamente, de la primavera y el verano su suerte no mejoró. En otoño del 43 tiene lugar otro episodio histórico: la batalla de Kursk, tras la cual a Hitler ya no le quedarán ni fuerzas ni moral. Los rusos avanzan con firmeza hacia el oeste, haciendo retroceder al enemigo. En la primavera de 1943 liberan Crimea y Ucrania y penetran en Rumanía, mientras por el norte levantan el bloqueo de Leningrado.
Solo entonces, cuando falta menos de un año para el final de la guerra y gran parte del ejército de Hitler ha perecido y la moral de los fascistas está por los suelos, solo entonces, por fin, los norteamericanos desembarcan en Normandía y abren el Segundo Frente, en verano de 1944. La guerra se libra ahora en dos frentes: el Primer Frente, el oriental, el ruso, y el Segundo Frente, el occidental, el de los ejércitos aliados. Mientras los americanos liberan Francia y Bélgica, los rusos, en el este, liberan Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Noruega, Rumanía, Bulgaria.
Algunos estudios han calculado que en el frente oriental se produjeron alrededor del 73% de todas las bajas del ejército alemán y que los alemanes perdieron en la URSS el 70% de sus aviones, el 75% de sus tanques y el 74% de su artillería. Por comparar los datos de los frentes oriental y occidental, se calcula que el Ejército Rojo derrotó a 678 divisiones alemanas (o aliadas de los alemanes), mientras que el frente norteafricano (muy destacado por los británicos) participaron sólo entre 9 y 20 divisiones alemanas; en el frente italiano entre 7 y 26 divisiones; y en el frente occidental tras el Desembarco de Normandía entre 56 y 75 divisiones.
77 años después
El final de la Segunda Guerra Mundial abrió una nueva época histórica en la que la situación mundial conoció transformaciones de gran importancia en todos los ámbitos de la vida colectiva. Con el inicio de la guerra fría, el conflicto entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, permaneció limitado al continente europeo, pero en los años siguientes, después de la revolución china y de la guerra en Corea, el enfrentamiento de bloques se extendió por todo el planeta.
Al mismo tiempo, en estos años se produjo el despertar de Asia, mientras África pugnaba por acabar con el colonialismo para entrar definitivamente en el concierto de las naciones. No obstante, la inestabilidad permanente ha sido la característica esencial de estos ámbitos, causa del agrandamiento de las divergencias entre el Norte desarrollado y el Sur empobrecido.