Henryk Sienkiewicz. Foto tomada de Internet

Henryk Sienkiewicz, autor de Quo Vadis?, clásico de la novela histórica

Es sin duda uno de los más destacados escritores de todos los tiempos. El más universal de los escritores de su país, conocido, sobre todo por Quo vadis?, novela histórica en la que se evocan los tiempos de los primeros cristianos de Roma.

Una novela ambientada en la Roma imperial

En la Roma del año 63 d.C. Marco Vinicio (hijo ficticio del histórico Marco Vinicio), un tribuno militar y patricio romano que ha regresado recientemente a Roma, y Calina, generalmente conocida como Lygia (Ligia en algunas traducciones), hija de un rey fallecido de los ligios, una tribu bárbara (de ahí su apodo) rehén del Senado y del pueblo de Roma, y que en secreto profesa el cristianismo, protagonizan una tempestuosa relación amorosa; frenada por las divergencias entre las convicciones de cada uno, pero que a su vez crece y se une en la lucha por un mismo ideal de justicia contra el irracional impulso del despiadado emperador Nerón, por satisfacer sus deseos de diversión. Una historia de amor que se desarrolla entre dos vertientes opuestas: la crueldad sin límites y la devoción total a la incipiente religión cristiana.

Publicada por primera vez por entregas en la Gazeta Polska entre el 26 de marzo de 1895 y el 29 de febrero de 1896, así como en otras dos revistas, Czas y Dziennik Poznański, comenzando dos y tres días después; Quo Vadis? fue posteriormente publicado en forma de libro en 1896.

Portada original de la novela. Foto tomada de Internet

El libro se divide en dos partes, de treinta y cinco y treinta y nueve capítulos respectivamente, y un epílogo. La primera parte es básicamente una novela romántica, comenzando con la obsesión enfermiza de Marco Vinicio por Ligia. Durante toda esta primera parte, Vinicio busca y persigue a la joven y, por ello, comienza a entrar en contacto con el cristianismo. Así se nos introduce en el tipo de vida que llevaban los primeros cristianos. Se analizan las ideas equivocadas que se propagaban sobre ellos y se opone su vida sencilla a las costumbres libidinosas de Roma y a la opulencia de las clases altas romanas. 

Sienkiewicz estudió ampliamente el Imperio Romano antes de escribir la novela, con el objetivo de corregir los detalles históricos. En consecuencia, varias figuras históricas aparecen en el libro. 

Tal es el caso de Petronio, un patricio romano, consejero cercano de Nerón, que usa su ingenio para halagarlo y burlarse de él al mismo tiempo y que aporta siempre un punto de vista distinto y original. Es, quizás, el mejor personaje de la novela, un esteta que hace de la belleza su modo de vida, pero que no reniega nunca del sarcasmo y de las disputas dialécticas. Petronio es el arbiter elegantiae (árbitro de la elegancia), simboliza la cultura clásica del pasado, grandiosa en comparación con la que reina durante el gobierno de Nerón, una cultura en constante decadencia.

Evitando todo rasgo de erudición, el autor logra que alguien no familiarizado con el período histórico se oriente en el mundo de la antigua Roma, al ofrecer un panorama casi cinematográfico de esta etapa, en el que nos permite conocer desde la manera  de vestir y comer de los pobladores de la gran urbe, hasta sus edificaciones, música y costumbres de toda naturaleza.

La novela es el intento más vívido y si dudas, el más eficaz de recrear la personalidad del tenebroso emperador; así, siempre que se imagine a Nerón, la representación que tendremos será la de Sienkiewicz. Precisamente son los personajes otro lado fuerte de su quehacer literario. Sus psicologías, para nada simples si se tiene en cuenta que se trata de obras dirigidas al gran público lector, respondiendo a las exigencias que impone al artista el retrato de un héroe literario.

El actor Peter Ustinov en el rol del emperador Nerón (fotograma de la película de 1951). Foto tomada de Internet

La expresión latina del título de la novela significa “a dónde vas?”, y tiene su origen en el ideario cristiano. Según se narra en el libro apócrifo de los Hechos de Pedro (XXXV), durante el año 64 d. C. el emperador romano Nerón ordenó que todos los cristianos fueran perseguidos, apresados y que sus mayores promotores fueran asesinados por medio de la crucifixión, pues temía que la influencia que tenían creciera y pudiera desestabilizar su gobierno. Advertido de este hecho, Pedro huyó de Roma, ciudad en la que se encontraba, con un rumbo incierto. Y en medio de las afueras de la ciudad romana, se encontró con Jesús, quien llevaba su cruz sobre la espalda. El discípulo le preguntó entonces a su maestro: “¿Quō vādis, domine?” (¿Adónde vas señor?), a lo que este le respondió “Rōmam eō iterum crucifīgī” (Voy a Roma para que me crucifiquen de nuevo). Tras escuchar a Jesús, Pedro regresa a Roma para afrontar el martirio.

Muchos críticos y lectores han querido ver en Quo Vadis? una metáfora política de la Polonia en que vivió su autor, sojuzgada por Rusia y su Zar (doble histórico del César Nerón), equiparando así a los polacos de entonces, que se habían levantado contra la ocupación rusa, con los primeros cristianos perseguidos por Roma. 

La novela rápidamente tuvo un éxito increíble en todo el mundo, de hecho se convirtió en el libro más leído a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

En 1916, la tirada de Quo vadis? sólo en Estados Unidos superaba el millón y medio de ejemplares. Ha sido traducido a más de cuarenta idiomas y hasta el día de hoy goza de una popularidad excepcional.

Poster de la película de 1951. Foto tomada de Internet

Vida y Obra

Henryk Adam Aleksander Pío Sienkiewicz nació en Wola Okrzejska, en el seno de una familia perteneciente a la nobleza polaca, el 6 de mayo de 1846. Sus primeros años transcurrieron en un ambiente rural donde se mantenían vivas las tradiciones nacionales. Estudió en Varsovia, y luego inició su carrera como periodista en 1869. Paralelamente escribió cuentos y novelas: En vano y Humorísticas de la carpeta de Worszllyo, pertenecen a este primer periodo. 

Henryk Sienkiewicz. Foto tomada de Internet

Sin embargo las obras que le ganaron de inmediato el interés de todo el público lector fueron El viejo servidor y Ana, textos en los que recrea el entorno hogareño a través de una sugerente fabulación. El realismo es la piedra angular de la producción literaria de este artífice de la novela contemporánea polaca.

Los viajes le proporcionaron muchos de los temas e inspiraciones que más tarde recreará en su extensa obra. De 1876 a 1879 viaja por Estados Unidos, Francia e Italia; posteriormente visita España, Grecia y Turquía. Por esa época escribe una serie de textos que serán claves en su obra, destacando la novela El torrero (1880), considerado el texto más bello del género de toda la literatura polaca. En 1882 es nombrado director de periódico conservador Slowo y en 1885 funda su propio periódico, Krauss Maffei, que tan solo duró tres años.

Sienkiewicz alcanzó el éxito con las novelas históricas. Se entregó a este género algunos años después  de iniciar su actividad literaria con la creación de su trilogía sobre la lucha polaca frente a las invasiones del  siglo XVII, A sangre y fuego (1884), El diluvio (1886) y El señor Wolodyjowski, conocida en español como Un héroe polaco, (1888), que provocó un enorme interés entre los lectores.

Edición de la Trilogía en español. Foto tomada de Internet

Lo que más llama la atención en esta Trilogía es el conocimiento profundo de la historia polaca del siglo XVII. Se representan los momentos más importantes de la historia de Polonia en el siglo XVII, sus héroes nacionales, nobles y caballeros. Todo bajo el lema “para fortalecer los corazones“, es decir Sienkiewicz pretende animar a sus lectores para que defiendan su patria en el siglo XIX como lo hicieron sus antepasados dos siglos antes.

Al igual que los novelistas Walter Scott y Alejandro Dumas, Sienkiewicz mantenía en vilo al lector hasta el último párrafo. Para muchos la Trilogía es la obra cumbre de Sienkiewicz.

El éxito de la Trilogía se vio ensombrecido por una tragedia familiar. Durante la escritura de El diluvio, María, esposa del escritor murió de una devastadora enfermedad en octubre de 1885. 

Después de completar la Trilogía, Sienkiewicz publicó dos novelas contemporáneas: Sin dogma y La familia Polaniecki, ambas recogen muchos datos autobiográficos. Sin dogma es el diario donde vuelca los pensamientos un rico conde polaco que vive con su padre en Roma, asiduo visitante de los salones europeos, un ejemplo de la “improductividad eslava” en constante análisis de la belleza y del espíritu humano.

En 1900 publica Los Cruzados, una nueva novela histórica que cuenta la historia de las luchas polaco-teutónicas, llenas de un fuerte sentimiento patriótico, y constituye una respuesta de Sienkiewicz ante los abusos prusianos. La novela es una gran pintura histórica con un contenido más extenso, profundo y exacto que cualquiera de sus obras anteriores obras.

El éxito de sus novelas históricas se debió a lo convincente en la representación de un pasado lejano, logrando con esto un depurado estilo, que le permitía crear personajes reales en el escenario verídico de acontecimientos del pasado. Este es el verdadero realismo de Sienkiewicz: convencer al lector de la veracidad del mundo histórico al que lo traslada.

En 1904, Sienkiewicz, de 58 años, contrae matrimonio nuevamente. Su esposa Maria Babska, de 42 años, era su prima, y ella estaba enamorada de él desde hacía mucho tiempo, pues lógicamente como familiares se conocían desde antiguo. La boda fue íntima, solo en compañía de los seres queridos. Los Sienkiewicz vivieron felices doce  años, hasta la muerte del escritor.

La novela para jóvenes A través de la selva y de las estepas publicada en 1911 es la última gran novela de aventuras con las que concluyó su carrera de más de cuarenta años de escritor. Este romance de aventuras, que deja notar la influencia de Julio Verne, trata del viaje de dos niños secuestrados por los musulmanes durante el levantamiento del Mahdi en Sudán (1881-1885). El autor utiliza sus propias experiencias de su viaje a África. Tiene toda la maestría de sus grandes obras, de muy fácil lectura, especialmente para los jóvenes.

Henryk Sienkiewicz fue un gran trabajador social promoviendo y financiando muchas iniciativas sociales: museos, fundaciones para promover la cultura, la investigación científica o la promoción de jóvenes escritores. Promovió santuarios para niños tuberculosos y financió la construcción de iglesias. En los últimos años de su vida intensificó su cooperación en proyectos sociales ayudado por su esposa.

Patriota

No solo destacó por sus dotes literarias sino como un gran defensor de Polonia. Siendo un prestigioso periodista dirigió una carta al káiser Guillermo II en la que se oponía a la germanización de la Posnania (Poznań, una de las más antiguas y grandes ciudades polacas, reconocida como cuna de la nación polaca, que fue capital de estado y residencia de los monarcas polacos), atrayendo la atención mundial sobre el futuro de su país, que por entonces se hallaba bajo el dominio de Alemania, el imperio Austrohúngaro y Rusia.

En 1905, en respuesta a una entrevista del periódico parisino Le Courrier Européen, decía: “Debes amar a tu patria por encima de todo y pensar ante todo en su felicidad. Pero al mismo tiempo, el primer deber de un verdadero patriota es hacer que la idea de su patria no sólo no se oponga a la felicidad de la humanidad, sino que se convierta en uno de sus fundamentos. Sólo bajo estas condiciones la existencia y el desarrollo de la Patria se convertirán en un asunto que atañe a toda la humanidad. En otras palabras, la consigna de todos los patriotas debe ser: por la Patria a la humanidad, y no: por la Patria contra la humanidad”.

Al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1905 ofreció el siguiente discurso: 

Naciones son representadas por sus poetas y escritores en la competencia abierta por el Premio Nobel. En consecuencia, la concesión del premio por la academia no glorifica únicamente al autor, también al pueblo del cual es hijo, testifica que esa nación ha participado en el logro universal y que sus esfuerzos son fructíferos, además que tiene el derecho de vivir por el beneficio de la humanidad. Si este honor es prematuro para todos, lo es infinitamente más para Polonia. Se ha dicho que Polonia está muerta, agotada, esclavizada pero aquí está la prueba de su vida y triunfo. Al igual que Galileo, uno se ve forzado a pensar “E pur si muove” cuando frente a los ojos del mundo se ha dado homenaje a la importancia de los logros polacos y su genialidad”.

Este homenaje no me ha sido dado a mí, porque la tierra de Polonia es fértil y no carece de escritores mejores que yo, sino al logro polaco y la genialidad polaca. Por esto debería expresar mi más ardiente y mi más sincera gratitud como polaco a ustedes caballeros miembros de la academia sueca, y concluyo tomando prestadas las palabras de Horacio: Agradar a los grandes, no es la única alabanza que existe”.

El estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) sorprendió a Sienkiewicz en Oblęgorek, su residencia en el palacio Dworek cerca de Varsovia, desde donde partió hacia Suiza vía Cracovia y Viena. En Vevey, Suiza,  junto al compositor, pianista, diplomático y político Ignacy Jan Paderewski, funda el Comité General Suizo de Ayuda a las Víctimas de la Guerra en Polonia, enviando dinero, medicinas, alimentos y ropa a un país devastado por ejércitos combatientes

Henryk Sienkiewicz murió de un ataque al corazón en su residencia temporal de Vevey, el 15 de noviembre de 1916. Su último escrito es una novela de la era napoleónica Legiones, un trabajo que se publicó póstumamente.

En 1924, en la Polonia libre, las cenizas del escritor fueron traídas solemnemente desde Vevey al país. Sus restos mortales reposan en la catedral de San Juan de Varsovia.

Henryk Sienkiewicz contribuyó de una manera decisiva en la formación de la conciencia nacional de los polacos del siglo XIX. Witold Gombrowicz (1904-1969), conocido novelista y dramaturgo polaco escribía estas palabras en su Diario (1953–1969): “¿Quién leyó a Mickiewicz por su propia voluntad, quién conoció a Słowacki? Pero Sienkiewicz es el vino con el que realmente nos embriagamos. Aquí late nuestro corazón… y hables con quien hables, con un médico, un obrero, un profesor, un terrateniente, un oficinista, siempre te encontraras con Sienkiewicz. Sienkiewicz es el último y más íntimo secreto del gusto polaco: el sueño de belleza polaca”.

Henryk Sienkiewicz sigue siendo considerado un clásico de la novela histórica, uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura polaca y un estilista sin igual. Las listas bibliográficas internacionales prueban que Sienkiewicz es uno de los escritores polacos más populares en el mundo. Sus obras siguen apareciendo en reimpresiones y nuevas traducciones.

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