Las Saturnales, cuadro de Thomas Couture. Foto tomada de Internet

Saturnales: la fiesta más explosiva y transgresora de la antigüedad

Las  Saturnales (en latín Saturnalia) era un festival romano que se celebraba entre el 17 y el 23 de diciembre de cada año durante el solsticio de invierno. 

Su origen se remonta a arcaicos rituales agrícolas. Estas festividades romanas llegaron a incluir rondas en las que se daban obsequios, y también la inversión de los roles sociales; de modo que se convirtió en una de las celebraciones más populares del calendario y, sin duda, la más alegre. Algunas de sus características y su fecha, con el paso del tiempo terminaron por extenderse hacia el final de diciembre, sugieren una fuerte influencia en la celebración cristiana de la Navidad.

Orígenes

La figura central de las Saturnales y deidad que dio su nombre a la fiesta fue Saturno (en latín Saturnus), una figura misteriosa en la religión romana. Las representaciones del dios que sobreviven en el arte lo muestran con un velo y blandiendo una hoz o un cuchillo de podar, lo que sugiere una estrecha relación con la agricultura y especialmente con el cultivo de las semillas o los granos. 

Tiene vínculos con deidades primitivas italianas y siendo quizás también una versión del dios griego Cronos, se le consideraba una deidad primordial que había enseñado a la humanidad importantes habilidades agrícolas. Se pensaba que había gobernado cuando el mundo disfrutaba de una Edad de Oro de prosperidad y felicidad, de ahí vendría el carácter frívolo en general de su festival.

Esta fiesta era tan apreciada por el pueblo romano, que de forma no oficial se festejaba a lo largo de siete días, del 17 al 23 de diciembre. Posiblemente las Saturnales era la fiesta de la finalización de los trabajos del campo, celebrada tras la conclusión de la siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano.

El Festival

A pesar de la afirmación del historiador Tito Livio (59 a. C.- 17 d. C.) de que el festival comenzó a principios del siglo V a. d. C., hay pruebas de que comenzó mucho antes. Las Saturnales disfrutaron de una gran longevidad que fue descrita en la obra del mismo nombre del siglo V d. C. del escritor y gramático Macrobio (370 d. C.-430 d. C.), quien las seleccionó como el escenario para su diálogo, donde los protagonistas muestran cierta nostalgia por una época en la que los rituales paganos de Roma eran más prominentes, antes de la creciente influencia del cristianismo.

Comenzando como una fiesta de un día, las Saturnales eventualmente se expandieron para cubrir una semana durante la República tardía. El emperador Augusto, más modesto, redujo las festividades a tres días, pero Calígula las aumentó a cinco días, y parece que, en la práctica, la gente del pueblo llano celebró los siete días completos de todos modos, a pesar de los decretos oficiales.

Vivir y dejar vivir era el lema de la fiesta” y el 17 de diciembre, según cuenta el poeta Catulo (87 a. C.- h. 57 a. C.), su mejor día. El político, escritor y militar Catón el Viejo (234-149 a. C), que por lo demás calculaba con un rigor sin compasión los costos y utilidad del trabajo de los esclavos de sus posesiones rurales, les concedía en las Saturnales una ración extra de 3,5 litros de vino. Las mismas escuelas, que en otras ocasiones no prestaban atención alguna a las numerosísimas fiestas del calendario romano, cerraban sus puertas en estas fechas. 

Representación de las Saturnales. Foto tomada de Internet

Lo que de ordinario estaba prohibido, se autorizaba en esos días. Las leyes contra el lujo permitían en las Saturnales gastar en comidas una cantidad mayor que en los días corrientes y quien no aprovechaba la oportunidad para embriagarse a gusto resultaba desagradablemente llamativo.

En las Saturnales la realidad social danzaba dentro de un juego de inversiones: el señor actuaba como esclavo, el esclavo como señor. Los amos usaban el pilleus sombrero de los esclavos libertos, y atendían a sus esclavos (o al menos comían juntos en la misma habitación) a quienes se les permitía hacer lo que quisieran e incluso mostrar un toque de insolencia. Este elemento del festival era quizás una válvula de escape diseñada para liberar las presiones sociales acumuladas durante el año dentro de las estrictas convenciones sociales de la sociedad romana.

Esta fiesta estaba presidida por un rey, elegido especialmente para la ocasión, conocido con el nombre de Saturnalicius princeps o “líder de las Saturnales”. A veces se le conocía como el “señor de la anarquía”, ya que era seleccionado entre los miembros más humildes de una casa y se le otorgaba el derecho de realizar travesuras libremente.

El escritor Luciano de Samósata (125-180 d. C.)  da una idea de su gobierno burlesco poniendo en boca del dios Saturno estas palabras en alabanza de su fiesta: “Y una vez que los dados te dan la suerte de ser rey, sólo en virtud de esa dignidad tienes el derecho a que no se te impongan órdenes ridículas, mientras que tú puedes ordenar a uno que declare algo vergonzoso de sí mismo, a otro que baile desnudo, a un tercero que cargue con la flautista y la lleve a hombros tres veces por toda la casa; todo ello es, sin duda, una prueba de que puedo repartir dones importantes”. 

Representación de las Saturnales. Foto tomada de Internet

Dentro de las Saturnales existían diferentes celebraciones menores como las Opales, dedicada a Ops, diosa de la abundancia, las Angeronales, celebradas en honor de Angerona, diosa del silencio y las Larentales, fiestas de carácter funerario en las que se ofrecía un sacrificio a Acca Larentia, la nodriza de Rómulo y Remo.

El 18 de diciembre era el equivalente del actual carnaval y el 25 la celebración del Sol Invictus, quizás la más importante de todas, de ahí que el cristianismo la asimilara con la Natividad de Cristo debido a su popularidad.

El Templo de Saturno

El punto central del festival era el templo dedicado a Saturno, en la parte sudoeste del Foro Romano, justo en el pie de la vertiente oriental de la colina Capitolina, en las cercanías de la basílica Julia. Al frente de este lugar se encuentra una calle empinada en la que se aprecia la vía Sacra, conecta el Vicus Iugarius con el Clivus Capitolinus Aulo Sempronio Atratino y Marco Minucio

La construcción de este templo marca el inicio del Clivus Capitolinus, un camino antiguo cuyo fin llevaba a la colina Capitolina. Justo antes de la intersección de las dos vías, el Vicus y el Clivus abarcando el Vicus Iugarius, en donde se ubicaba un arco de triunfo que Tiberio mandó a realizar en el año 16 con el objetivo de conmemorar las victorias de Germánico y cuyos cimientos aún son visibles entre el templo y la basílica.

Los historiadores no llegan a un consenso de la fecha en la cual este templo fue construido. Según algunos investigadores este edificio fue realizado durante el consulado de Tito Larcio y de Quinto Clelio Sículo, en el año  498 a. C. y su culminación fue en el año 497 a. C., asimismo, ese mismo año también se consagraron a los cónsules Augurino.

Templo de Saturno. Foto tomada de Internet

No obstante, algunos debaten que la construcción se llevó a cabo en el primer consulado de Tito Larcio con Póstumo Cominio Aurunco, un antiguo colega que se encargó del trabajo de construcción del Templo de Saturno. El Senado fue el responsable en otorgarle la tarea a Póstumo Cominio para que se dedicara tiempo completo a la edificación de la obra.

El día 17 de diciembre ocurrió la consagración del templo, por lo que ese mismo día se conmemoran las fiestas Saturnales. Sin  embargo, existen ciertas discrepancias de que la consagración ocurrió mucho antes para el poder coincidir con otras festividades.

Templo de Saturno, al atardecer. Foto tomada de Internet

En un mismo sentido, se habla de una tradición en la cual Tulio Hostilio, tercer rey de Roma dedicó un altar a Saturno como un momento en el que se representara la victoria conseguida sobre los sabinos, más adelante constituyó la Saturnalia. Este lugar en donde se le dio culto se piensa que es fue el mismo sitio en donde se construyó el Templo de Saturno.

Por otro lado, según otra tradición este templo fue realizado para conmemorar a Tarquino el Soberbio, último rey de Roma, y llevado a cabo poco antes de su deposición. De esta manera, la construcción de esta obra sería entonces para el rey y una oferta de compensación un nuevo lugar de culto para esta divinidad asociada al Capitolio y en donde quedó excluido el templo para darle paso a la construcción de Templo de Júpiter Capitolino, dedicando la colina a la tríada Júpiter, Juno y Minerva.

No obstante, la construcción no estaría finalizada antes de la deposición de los Tarquinos y los trabajos estarían bajo suspenso mientras que la situación política de Roma se estabilizara. Por lo que la continuación se retomaría décadas más tarde por parte de los magistrados entonces en funciones​. De esta forma, el Templo de Saturno no se habría consagrado hasta los años 501 a. C. y el 497 a. C.

Dentro del templo se encontraba una estatua de culto de Saturno. La tradición romana convirtió al dios caído Saturno en el fundador de una ciudad mítica en el Capitolio, Saturnia. Este ser divino le había enseñado a los romanos la manera de cultivar. Por este motivo, los habitantes le dedicaron un altar a los pies de Capitolio y sobre este construyeron el templo.

Representación moderna de Saturno. Foto tomada de Internet

Otra tradición que se convirtió en el centro de atención durante las Saturnales, trataba de la liberación simbólica de los pies de la estatua, de los lazos de lana que lo ataban durante el resto del año, otra manifestación de los cambios de roles en las celebraciones. Este acto ha llevado a que Saturno se asocie con la liberación, sin duda una característica destacable de las Saturnales, cuando las sofocantes convenciones sociales romanas eran arrojadas a los vientos invernales, aunque fuera solo por una semana.

También se ofrecían sacrificios en su honor al grito de ¡Io, Saturnalia! (¡Felices Saturnales!), y banquetes gratuitos costeados por el Estado para satisfacer a todos los ciudadanos de cualquier condición. 

A pesar de que la edificación de este templo era para servir tributo a Saturno, en un primer momento se utilizó como sede al tesoro del Imperio Romano (aerarium), almacenando las reservas de oro y plata. Bajo la República, el templo depositaba el tesoro público del Estado Aerarium resguardado por dos cuestores uno de los cuales tenía la responsabilidad de las llaves de la sala construida en el templo.

La elección del Templo de Saturno como lugar para el almacenamiento del tesoro, se dio por una antigua leyenda que narraba que no se cometían robos cuando Saturno reinaba en Italia. Adicional a esto, durante su mandato el concepto de propiedad privada no existía, sino que todo lo que se almacenada en este templo era un bien del pueblo.

Los cuestores fueron reemplazados por dos ediles por Julio César en el año 45 a. C. después fueron reemplazados por dos prefectos de rango pretoriano a partir del año 29 a. C., sin embargo, para ese momento el erario ya no estaba en el Templo de Saturno, puesto que a finales de la República, poco después del 45 a. C., se movió a otro edificio mientras que los otros archivos se transfirieron al Tabulario.

Entre los documentos más relevantes almacenados en el Erario, se pueden mencionar las copias de las leyes grabadas en bronce (leges) y los senadoconsultos, que no estuvieron vigentes hasta el momento en que se archivaran las copias, los locaciones para los contratos públicos, los registros de deudas con el Estado custodiados por los censores, las cuentas de las actividades financieras de los pro magistrados​, una lista de decisiones de orden financiero adoptadas por el Senado​ y otros registros importantes.​

Tiempo de Fiestas

Era un período festivo en el que las personas se daban regalos entre sí: velas, higos en gelatina, y especialmente figuritas de terracota o sigilla que se vendían en un mercado especial, La sigillaria. Luego, en parte por influencia griega, era común agradecer con alguna pequeña atención o con un regalo en dinero a los amigos y a todas las personas a quienes se debía algo por algún servicio prestado. Las Saturnales tenían también sus propias perfidias: nadie estaba a salvo de convertirse en víctima de algún regalo bromista y muy calculado, versión antigua del actual Día de los Inocentes. La eliminación de la división social entre libres y esclavos daba pie a diversas especulaciones sobre la esencia de la fiesta de las Saturnales.

Los ciudadanos usaban ropas más informales (synthesis) en lugar de la toga habitual, y había rondas de banquetes, juegos y fiesta para todos. Estos eventos convirtieron a las Saturnales en la fiesta romana más alegre del calendario; de hecho Catulo llegó a describirla como “el mejor de los tiempos”.

Las Saturnales fueron, sin lugar a dudas, una de las festividades más queridas y aclamadas del mundo antiguo.

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